TRATA DE MUJERES: RELATO QUE INDIGNA, ASUSTA, HIERE

VISOR BOLIVIA.- La prensa ha desnudado una vez más la ineficiencia policial en un mal creciente y que no tiene solución más allá de cualquier ley promulgada en el país. Una madre logró rescatar a su hija que fue secuestrada el 19 de enero y obligada a prostituirse, mientras el investigador estaba de descanso. Rurrenabaque fue el lugar del terror, donde los mensajes, publicidad y Ley Contra la Trata y Tráfico no han llegado.

Este relato fue tomado de las declaraciones de la madre de la menor de 13 años que fue otra víctima de estas redes criminales. Unitel y ATB tuvieron la oportunidad de abordar el caso.

El 19 de enero, la menor salió de su hogar para hacer unas diligencias, estuvo en la plaza Villarroel y es ahí donde tres sujetos la interceptaron, amordazaron y llevaron a la terminal que parte hacia el norte de La Paz.

Ya en la tranca, según el relato, uno de los delincuentes de nacionalidad brasileña bajó del vehículo pagó un monto a los policías mientras la menor era amenazada exigiéndole que si era interrogada por los uniformados afirme ser “hija” de estos sujetos.

Al llegar a Rurrenabaque la chica se encontró con otras 30 menores en un karaoke que era sólo una fachada para encubrir un prostíbulo caracterizado por tener secuestradas a jóvenes e incluso niñas que eran obligadas a tener relaciones sexuales con al menos cinco hombres cada día. Las recién llegadas eran vestidas y maquilladas para ser presentadas como vírgenes “subastadas” hasta en Bs 1.500 para esos parroquianos bolivianos y brasileños.

Durante un mes, la madre de la víctima peregrinó por las calles de la ciudad sin apoyo de la Policía, sin sospechar la pesadilla que su hija vivía en el trópico de Beni.

La menor contó que todas las chicas eran obligadas a prostituirse, pero hubo una que se negó, rogando descansar pues su cuerpo ya estaba tan maltratado que no podía ni caminar.

Los delincuentes agarraron un machete y le cortaron el cuello frente a las otras chicas, como un escarmiento para que ninguna más se niegue a «trabajar».

Este fin de semana, la madre de la niña tuvo noticias desde San Borja donde la menor llegó tras huir por el monte junto a otras cuatro secuestradas.

Las chicas lograron salir del prostíbulo aprovechando un descuido y con la ayuda de otra mujer, secuestrada desde sus 8 años y que ahora como adulta era la encargada de maquillarlas para los shows ofrecidos a los “clientes”, en su mayoría extranjeros de avanzada edad que iban en busca de niñas.

Escapando de las motos de los delincuentes, las jóvenes se separaron buscando sus propios rumbos. Una de ella, sin embargo, fue recapturada.

La madre de la víctima hizo todo este relato en evidente tristeza e impotencia. Pero la parte que demuestra que la Policía es una institución podrida se dio al reclamar la labor de los investigadores asignados por el departamento de trata y tráfico.

«Cuando mi hija llamó a su padre me puse en contacto y le pedí al investigador que me acompañe porque podían volver a raptarla», relató.

Después de semanas de pasar por el calvario de las denuncias ante la policía que pedía tarjetas para celulares y fotocopias de la foto de la menor, la madre recién fue contactada con un investigador del despacho de trata y tráfico de personas.

Pese a aquello, el investigador hizo poco o nada. El fin de semana, cuando ella debía correr a San Borja para rescatar a su hija, el funcionario designado le dijo «yo tengo que descansar, si tiene novedades vienen el lunes».

El funcionario, no identificado por los medios de comunicación, se limitó a decir que la madre de la víctima fue «altanera» en su solicitud y reconoció que él estuvo en Coroico con su familia el día de los hechos.

«Hasta hoy no hacen nada», agregó esta madre que es una de miles que ha quedado marcada por la trata y tráfico de mujeres que se registra cada semana en el país sin que ninguna ley sea efectiva contra estos delincuentes que no se han enterado que existe una Ley contra la Trata y Tráfico, porque en su oscura rutina de vida sólo buscan lucro, morbo y violencia.

La menor con 14 años cumplidos, se convierte en una sobreviviente, pero con marcas imborrables en cuerpo y alma. (MONITOR: 24/FEB/2015; FOTO: WEB)